domingo, 23 de diciembre de 2012

Fly me to the moon (flemas al mono)



La gasolina estaba por las nubes. El abuso de combustibles fósiles a lo largo de los siglos había dejado al planeta prácticamente yermo. Los intereses de las grandes empresas petrolíferas y energéticas habían frustrado todo intento de utilizar fuentes alternativas de energía. Tras la desaparación de las petrolíferas en la Tercera Gran Guerra del Petróleo proliferaron en todos los países laboratorios sin control ni regulación que destilaban su propio combustible de manera casi artesanal, dando lugar a un producto inestable, poco fiable y muy caro. El vacío legal en torno a este neocombustible era desconcertante, la Policía Euroamericana tenía orden de detener y procesar a todo aquel que vendiera gasolina, pero se veían constantemente y con toda normalidad esos vehículos de fabricación casera impulsados por el dudoso combustible, circulando temblorosos con sus carraspeantes motores y sus puertas de madera y chapas sacadas de algún edificio en ruinas. También es cierto que casi nadie tomaba ya en serio a la Policía Euroamericana, el concepto de autoridad había perdido gran parte del significado que tuvo antaño, y la mayoría de agentes tampoco ponían demasiado empeño en el cumplimiento de su labor, fuera ésta cualquiera que fuese. Por lo menos la mitad de la población ya se había hecho con alguno de estos ingenios rodantes, y el paisaje escombroso de los núcleos urbanos se completaba con estos escandalosos cacharros sorteando torpemente a ciclistas y animales de carga.
Fue por la época de los primeros calores, poco antes del estivaje anual, cuando por las interpantallas empezaron a llegar noticias y reportajes de los primeros prototipos de los trajes voladores. Los habían desarrollado en Nuevo Japón, antígua Madagascar, primera potencia socioeconómica fuera de los Estados Unidos de Euroamérica, y a la postre primera potencia mundial, en colaboración con algunos países del poderoso Continente Chinafricano. Era divertido ver a estos protopilotos enfundarse temerosos en los trajes metálicos, salir volando a trompicones y estrellarse aparatosamente unos metros más allá, para luego salir del traje sonriendo de oreja a oreja a pesar de las magulladuras y haciendo el símbolo de la victoria, el dedo corazón extendido hacia arriba y el resto de la mano recogida en puño. Recuerdo cómo al caer las tardes y empezar a ponerse negro nos arremolinábamos en torno a la interpantalla que tenía Iván, un IPad 20 by Microsoft, a la salida de nuestro trabajo en Correos y Telégrafos, buscábamos alguna página de noticias de fuera de los E.E.U.U.E. y pasábamos interminables minutos viendo youtubes de las pruebas de vuelo. La verdad es que criticábamos casi siempre cualquier cosa venida del otro lado de La Muralla, pero en el fondo nos parecía prodigioso que un traje pudiera autopropulsarse solamente pensando en tetas.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Me lo he imaginado como si hubiese sido en Mad Max 2

Hombre Malo dijo...

Un poco es el rollo en el que estaba pensando, pero con algún detallejo más. No puedo negar que aquellas pelis del Gibson se quedaron en mi imaginario.

Hombre Malo dijo...

Y por supuesto, algún toque de 1984 pero sin tanta opresión y control.

Unknown dijo...

Y a quién (masculino heterosexual) no propulsa su vida pensar en tetas. Pero el combustible tetas no funciona siempre!! Han de ser tetas de tu gusto!! Así que todas las tetas serán útiles para una u otra persona.

Si te digo la verdad, en cuanto he visto el dibujo, he pensado que esa cara de felicidad estaba basada en un recuerdo de pechumenes, mujer.

Me encanta el relato con todos sus lugares comunes y los que no.

Hombre Malo dijo...

Pues yo hice el dibujo prácticamente sin pensar en tetas. Si hubiera dibujado pensando en tetas seguramente le habría dibujado tetas. Pero no.

¡Tetas!

Don_Mingo dijo...

Cojonuten! Mi subconsciente comparte la idea de una potencia Euroamericana, lo que no había asociado de ninguna manera ha sido China y África together. Sólo de imaginármelo me ha hecho reir...
Y por supuesto, no me cabe duda de que las tetas serán (seguirán siendo) la primera fuerza motriz del mundo!

Hombre Malo dijo...

Imagine que en el territorio originalmente conocido como China se quedan sin sitio para tanta peña. Imagine además que un gran desastre natural hace que casi desaparezca el continente asiático. A los chinos no les quedó otra que irse a colonizar un continente, y como Madagascar ya se la quedaron los japoneses dos décadas antes cuando a Japón se la tragó un kraken, sólo les quedaba la opción africana, ya que Euroamérica había cerrado sus fronteras a cal y canto por reformas, y en oriente medio había mucho loco con cabezas nucleares. Imagine también la nueva raza surgida del mestizaje entre chinos y negros africanos: una especie de mezcla entre gitanos y esquimales, con los ojos rasgados, el pelo ensortijado y un color indefinible.

Ya no se hacen tetas como las de antes, pero bueno, a todo se acostumbra uno...