martes, 5 de julio de 2011

Las manos comen con las manos



Los modales a la mesa siempre han sido punto de controversia. Sobre todo en gentes de alta y media alcurnia. La conveniencia o no de, por ejemplo, partir las olivas con cuchillo y tenedor o eructar monosílabos para responder a preguntas simples, ha desatado tensos debates cargados de pasión y visceralidad por parte de los defensores de una u otra postura. Éste que os escribe, sin ir más lejos ni hurgar más hondo, presenció en cierta ocasión una acalorada polémica entre Don Liborio Sáez del Cuco, marqués de Villafangosa, que opinaba que acudir a un ágape en calzoncillos de franela estaba demodé y era una vulgaridad adoptada por la nueva burguesía, y Don Berlino Hernan-López Landau, marqués del Pinar Seco, que esgrimía que era su casa, su cumpleaños y se ponía lo que le salía de la punta del sable. Tal litigio acabó con sendos marqueses en feroz duelo a pellizcos en los pezones, tirando la piñata en un vuelo y derramando varios litros de Fanta de Mirinda por el mármol del suelo del salón.
Ninguno de estos puntos preocupaba, por otra parte, a Roger Gutiérrez. Roger no era manirroto, era más bien manitas en el hogar, dirigía con mano firme la empresa de su padre, del que era mano derecha, y no carecía de tacto ni de mano izquierda. Siempre dispuesto a echar una mano, era una mano amiga, mano de santo en cuaquier dificultad, derrochando nobleza a manos llenas, alguien por quien poner la mano en el fuego.
Era muy fan de Los Manolos y de Manowar.
Y comía con las manos.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Te ha faltado esa acción tan satisfactoria llamada "alemanita" que tanto placer onanista nos ha otorgado.

Hombre Malo dijo...

Pues no quería precisamente hacer referencias onanistas con este dibujo. Demasiado fácil y chabacano. Éste es un blog serio, vive Dior.